domingo, 30 de octubre de 2016

Sin trampa ni cartón: Paciencia y barajar


Sábado,22 de octubre
ANÉCDOTAS REALES

Cuando llego a la Plaza del Ayuntamiento, camino del Atrio como cada sábado avilesino, me la encuentro llena de curiosos y corredores que aplauden a Javier Gómez Noya. Me detengo un rato y le escucho agradecer el homenaje y recordar emocionado el día de ayer en que le entregaron el premio Princesa de Asturias de los Deportes.
            Habla con sencillez, no parece que los honores se le hayan subido a la cabeza, y a mí me alegra ver la plaza llena de gente de todas las edades con la camiseta amarilla que conmemora la carrera en su honor. Debería estar aquí Rubén Rosón, concejal de economía del Ayuntamiento de Oviedo, que acaba de declarar que le van a retirar la subvención municipal a la Fundación porque los dineros del Ayuntamiento no están para financiar las comilonas de nadie.
            A mí me dieron ganas de enviarle de inmediato el importe de mi menú de ayer en el Reconquista: agua, un poco de ensalada, una cazuelita de fabada y una ración de arroz con leche (mínima: la Fundación cuida la dieta de los invitados). Cierto que se podía repetir, pero yo creo que con veinte euros sería más que suficiente. Se podría sugerir que cada invitado (salvo los premiados) enviara esa cantidad al Ayuntamiento para evitar cualquier motivo de queja.
            Después del parco condumio y la grata charla con Rosa Navarro Durán, Sonia Fidalgo, el director del Marca y otros compañeros de mesa, mi amiga Ana Vega y yo dimos una vuelta para saludar a los conocidos. Nos detuvimos un momento a charlar con Alfredo Martínez –que era agregado cultural en Bulgaria cuando se celebró en Sofía un homenaje a Víctor Botas–, junto a una de las mesas de los postres. Casi chocamos con uno de los invitados, que dudaba entre el arroz con leche y los carbayones. Al alzarse y volverse vimos que era el rey. con un plato en unaa mano y un dulce en la otra. No se lo pudo llevar a la boca porque en ese momento se acercaron varios obsequiosos señores de negro a saludarle. Dejó resignado el carbayón en el plato y el plato en la mesa y les tendió la mano sonriente. Si a él también le hacen pagar por lo que le dejan comer en estos banquetes de Epulón que el ayuntamiento de Oviedo no quiere contribuir a financiar, seguro que le basta con un billete de cinco euros.


Domingo, 23 de octubre
OTRA VERSIÓN DE LA ZORRA Y LAS UVAS

“¿Qué es para ti el éxito? ¿Qué sería para ti, como escritor, haber triunfado? ¿Ser académico de la Lengua como Pérez-Reverte, ganar el Nobel como Dylan, decidir quien gana los premios de poesía y quién no, como García Montero?”
            La pregunta me la hace, medio en broma, un joven poeta que aspira a todas esas cosas. Yo le contesté también en broma, pero luego me quedo pensativo.
            ¿Qué es para mí el éxito? Lo primero y principal, seguir vivo, de verdad vivo, con capacidad para indigmarme con lo que está pasando y para enamorarme de vez en cuando de la manera más atolondrada del mundo.
            En segundo lugar, seguir escribiendo con el mismo afán y las mismas dudas sobre lo que hago que cuando publicaba Jugar con fuego o, antes, a los catorce años, cuando descubrí la poesía con Antonio Machado.
            ¿Premios? Eso queda para bajos de autoestima o padres de familia que necesitan dinero. Para mí el mejor premio sería no tener ninguno, pero ser leído, conocido y admirado como si los tuviera todos. ¿Qué premios tuvo Cervantes, sin ir más lejos? ¿Y qué premios Lorca, Cernuda, Gil de Biedma? Bueno, Cernuda no es quizá un buen ejemplo: no tuvo premios, pero se presentó a uno que ganó Vicente Aleixandre y no le hizo maldita gracia.
            ¿Ser académico? No, gracias, aunque las intrigas entre unos y otros darían para una novela más divertida que Dos hombres buenos, del admirado folletinista que calificó a sus colegas de ciruelos y talibanas.
            Mientras esperaba a que comenzara la última entrega de los premios Princesa de Asturias, fui testigo de una maravillosa escena muda que lo dice todo sobre la vida académica. A la derecha del escenario estaba ya sentado Darío Villanueva, el actual director, con su barba blanca de sabio antiguo. Subió Víctor de la Concha, anterior director de la Academia y actual director del Cervantes, saludó al que se sentaba a un lado de Darío, a quien estaba detrás, hizo como que no veía a su antecesor. Les tocó sentarse juntos, pero cada uno se puso a charlar con el otro compañero, sin mirarse ni una vez; luego, cuando comenzó la ceremonia, les fue menos violento ignorarse. ¿Qué les había llevado a ese odio que no dudaban en escenificar en público? Pues parece ser que lo de siempre: uno había prometido votar al otro en no sé que elección y no cumplió su promesa.
            ¿Ser como García Montero? ¿Tener capacidad de influencia para conseguir que a este amigo le den tal premio de los que publica Visor y tal otro a aquella amiga, según dicen las malas lenguas? Si yo tuviera poder, dejaría de tener amigos porque no me permito con ellos ningún favoritismo, más bien todo lo contrario (a Javier Almuzra, cuando ganó el Emilio Alarcos, ni siquiera le voté) para mantener intacta mi fama de justiciero incorruptible.
            Da un poco de vergüenza decirlo, pero tengo todo el éxito que necesito. La ambición no es lo mío. Soy de buen conformar.



Lunes, 24 de octubre
UN ANIVERSARIO

Me recuerda hoy Mario Vega que ayer hizo veintidos años que murió Víctor Botas. Algunos de los jóvenes poetas que ahora pasan por la tertulia ni siquiera habían nacido. A mí no me gusta recordar estas fechas luctuosas. Prefiero la del nacimiento: ese 24 de agosto que comparte con Borges y con la erupción del Vesubio. Pero su poesía sigue viva, al contrario que la de tantos otros poetas de su generación que todavía siguen escribiendo y publicando libro tras libro.
            ––¿Eso no lo dirás por Pere Gimferrer?
            ––Puede que sí, puede que no. Cuando leas mi reseña de No en mis días, su más reciente libro de poemas, lo sabrás.


Martes, 25 de octubre
AL PAN PAN Y AL MEMO MEMO

Me paso el día discutiendo con amigos y desconocidos sobre la situación política. A veces aprovecho la espera en un semáforo para replicar a una réplica. ¿Una pérdida de tiempo? Puede. Nunca he conseguido que nadie se moviera ni un centímetro de sus posiciones previas (tampoco yo). Pero siempre que escribo, aunque sea en la respuesta a un comentario de Facebook, lo hago pensando que no hablo solo para mi interlocutor, que hay otros lectores, un público interesado e imparcial, y es a ellos a los que trato de convencer. También me gusta dejar constancia para la posteridad, por muy improbable que sea. “Cuanto tantos claudicaron, él no” se imagina mi vanidad que dirán mis nietos o los nietos de mis nietos.
            Ya sé que debería hacer como mi sabio amigo Xuan Bello, ocuparme solo de los negocios, la familia y los arbejos que crecen la huerta. Pero yo no soy un sabio, solo un fidelísimo votante humillado públicamente por sus representantes políticos. Y ellos podrán mangonear la cosa pública, hacer mangas y capirotes con los votos de los ciudadanos, pero a mí no me pueden quitar el derecho al pataleo y a llamar una y otra vez al pan pan y al Fernández Fernández.


Miércoles, 26 de octubre
QUIEN LO PROBÓ LO SABE

¿Se puede perder la cabeza pasados los sesenta años igual que a los veinte? Se puede. Quien lo probó lo sabe.
            Y se tarda más en encontrarla porque también se va perdiendo la memoria.
            Pero la vida solo merece la pena si tropezamos dos o doscientas veces, todas las que hagan falta, con esa misma piedra.


Jueves, 27 de octubre
EL DÍA DE LA VERGÚENZA

Trato de no salir de casa, de no encontrarme con nadie, de leer a Montaigne, de no mirar las noticias, de pasar como pueda el mal trago de estos días. Pero bajo a tomar un café y ahí está Antonio Hernando, con cara de ajusticiado, tratando de justificar lo injustificable diciendo que no es la primera vez que el PSOE falla a sus votantes, que antes abandonaron el marxismo, les engañaron sobre la OTAN, que a qué tanto escándalo en esta ocasión. Me froto los ojos. No, no es eso lo que está diciendo literalmente, pero es eso lo que todos entendemos. Y a mí me dan ganas de gritarle que, si con la OTAN se hizo un referéndum y si cuando se pactó con Ciudadanos se consultó a la militancia, ¿por qué ahora se recurrió al ordeno y mando con un tal Fernández de chusquero mayo?
            Sé que es inútil, que debo volver a Montaigne, cuidar mi jardín, armarme de paciencia y barajar, pero de lo que tengo ganas es de subirme al tren, plantarme a las puertas del Congreso y gritar a los diputados del partido al que voté el calificativo que merecen.
            Por la noche, ni siquiera quiero ver El intermedio, para no exasperarme de nuevo, pero no puedo resistir la tentación, y me asquea Eduardo Madina tanto como parece asquearse a sí mismo mientras repite que se abstiene para evitar que haya elecciones, que los españoles no se merecen unas elecciones (el mundo al revés: ahora resulta que lo peor que puede ocurrir en democracia son unas elecciones), que sus familiares y allegados se lo han pedido así, casi se lo han suplicado. “Te lo pedirían los familiares a tu cargo”, pienso yo, “porque si hay elecciones tú y un montón de timadores como tú os iríais inmediatamente al paro”.
            Menos mal que luego aparece Margarita Robles y me consuela un poco. “¿Va usted a seguir las directrices de la actual dirección de su partido?”, le pregunta Gonzo. “Yo votaré no”, “¿Y no cree que debería entonces dejar el escaño al romper la disciplina?”, “¿Dejar el escaño por hacer lo que he prometido hacer a los electores? ¡Otros son los que deberían dejarlo!”
            Respiro algo más tranquilo. No todo está perdido. El edificio que unos han demolido de golpe para vender el solar al mejor postor todavía puede ser reconstruido si el sábado algunos hombres y mujeres de bien son capaces de mantener el respeto a sí mismos y a quienes les han votado.



sábado, 22 de octubre de 2016

Sin trampa ni cartón: Qué estafa


Viernes,14 de octubre
NO ACABA AQUÍ LA HISTORIA

“¡Vaya tertulia literaria! Aquí no se habla más que de política”, se queja uno de los habituales del Savanna. Y ciertamente eso hacemos, y a gritos, como buenos españoles. Menos mal que a estas horas en el Savanna, un local de copas que se anima a partir de las once, solo estamos nosotros y Hugo, el camarero.
            –-Tienes razón. Hablemos un poco de literatura. ¿Recordáis aquel poema de Quevedo contra el Conde-Duque de Olivares? Comienza con unos versos famosos: “No he de callar, por más que con el dedo / ya tocando los labios, ya la frente, / silencio avises o amaneces miedo”. Parece que esa sátira se lo encontró el rey bajo su servilleta un día al ir a comer. Si las cosas salen como está previsto, el domingo 23, cuando se reúne el cónclave del PSOE para oficializar la traición, Javier Fernández se va encontrar sobre la mesa un poema de Ángel González, “Entreacto”. Para burlar la censura, habló del franquismo como del entreacto en una obra de teatro. No acababa la historia con la dictadura, no acaba con la conjura a favor de Rajoy.
            ––¿Y por qué no nos recitas el poema? Seguro que te lo sabes de memoria.
            ––Lo busco en el teléfono y os lo leo. Dicen así los versos que el enterrador de su partido se va a encontrar bajo la servilleta: “No acaba aquí la historia. / Esto es solo /una pequeña pausa para que descansemos. / Hasta ahora hemos visto / varias escenas rápidas que preludiaban muerte, / conocemos el rostro de ciertos personajes / y sabemos / algo que incluso mucho de ellos ignoran: / el móvil / de la traición y el nombre / de quien la hizo. / Nada definitivo ocurrió todavía, / pero / la desesperación está nítidamente / dibujada, y los intérpretes / intentan evitar el rigor del destino / poniendo / demasiado calor en sus apelaciones / a la Patria, la Banca y el Partido. / Con ellas disimulan / su cobardía,  / el terror que dirige / sus movimientos en el escenario”.
            ––Pues me parece que eres demasiado optimista. A partir de ese golpe de mano, el PSOE será como Foro en Asturias: si quiere salvar algún mueble tendrá que ir a las siguientes elecciones de la mano del PP al grito de “que vienen los independentistas”.
            ––No seré yo quien lo lamente. Un partido que traiciona a sus votantes (y algún día se sabrá por qué: no todos han sido tontos útiles), no merece seguir existiendo.
            ––Siempre nos quedará Miquel Iceta.
            ––Si no es el único que resiste, todavía puede haber salvación para el partido. Un próximo congreso federal pondrá a los traidores donde se merecen, junto a Tamayo.
            Tiene razón Ángel González. La historia continúa. No acaba con el contubernio del domingo, aunque se salgan con la suya. Si no hay elecciones en diciembre (como sería obligado: el congreso ya no representa la voluntad de los electores), los conspiradores ganan un año más de vida parlamentaria. Un año o quizá dos. Luego los votantes humillados les darán la patada en el trasero que se merecen.


Sábado, 15 de octubre
VERGÜENZA AJENA

Francisco Puig, colaborar de Cela, en un homenaje al Nobel cuenta lo siguiente:
            ––Un día me invitó a comer con otros ayudantes. A nosotros nos dio sopa de fideos mientras, con pretexto de no sé qué régimen, él comía carísimos manjares importados. Luego nos dijo que subiéramos a su cuarto para acompañarle a ver la televisión. Nos sentamos en unos taburetes frente al televisor. Entró en el baño, salió completamente desnudo y dando un alarido de satisfacción se tumbó sobre la cama. En lugar de la serie habitual de los lunes, Los intocables, transmitían un concierto desde el Palau de la Música. El futuro Nobel cogió de inmediato el teléfono: “Manolo, ¿qué tontería es esta? A mí la única música que me gusta es, como decía don Pío Baroja, la del pregonero”. A poco de colgar el teléfono, un texto en la pantalla anunciaba que, por falta de fluido eléctrico en la central de Montjuic, pasaban a ofrecer la programación habitual. No hace falta decir que Manolo era Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo,


Domingo, 16 de octubre
LAS ILUSIONES PERDIDAS

––Me ha gustado mucho el cuento ese del manuscrito de Pumarín que cuentas hoy en el periódico.
            ––No es un cuento
            ––Pues entonces has puesto en peligro al dueño de la panadería. Habrá mucha gente dispuesta a asaltar su casa para robarle. Por esos papeles cualquier coleccionista pagará lo que le piden.
            ––No la Biblioteca Nacional, que los rechazó de inmediato “porque carecían de presupuesto”. Podían haberse tomado al menos la molestia de examinarlos. Yo lo hice y si luego me olvidé de contarlo fue porque estos días ando obsesionado con la autovoladura del PSOE.
            ––Eso es algo que solo te interesa a ti. “Truéquese en risa mi dolor profundo. / Que haya un partido menos, ¿importa al mundo?”. Cuenta, viste el manuscrito y…
            ––Me bastaron cinco minutos para descubrir: primero, que la ortografía y la caligrafía se correspondían con el siglo XIX o principios del XX; segundo, que no parecía ser el manuscrito que Bécquer entregó a González Bravo por la pobreza de los materiales y las correcciones; tercero, que no era un borrador porque las tachaduras se correspondían con errores habituales de un copista (del “aquellas” el verso 5 de “Volverán las oscuras golondrinas” saltaba al “aquellas” del verso 7 y luego tachaba lo escrito al darse cuenta del error); y cuarto, que no podía ser de Bécquer porque el orden de las rimas era el de la edición de 1871, obra de sus amigos y no del autor, como acredita el Libro de los gorriones. El dueño quedó tan desilusionado como yo; seguro que lamenta habérmelo enseñado. Hasta entonces conservaba alguna esperanza.


Lunes, 17 de octubre
LA MUSA POPULAR

A la puerta de una sidrería de la calle Gascona, unos estudiantes se entretenían parodiando a gritos los versos de un viejo romance: “Pedro Sánchez, Pedro Sánchez, / no digas que no te aviso, / que de dentro de Vetusta / un alevoso ha salido. / Llámase Javier Fernández, / de Fernández Villa hijo. / Si gran traidor fue el mentor, / mayor es el protegido…”


Martes, 18 de octubre
NO ES NO

Escucho a mi político favorito en un enésimo intento de justificar lo injustificable: “Quizá fuimos demasiado lejos con el no. Yo confiaba en que no hubiera que llegar a estos extremos, en que el no es no se convirtiera pronto en un de entrada no y todos tenemos en la memoria lo que eso significa”.
            Todos menos él, parece. En la OTAN nos metió Calvo Sotelo sin consultar con los españoles. Cierto que el “de entrada no” (o sea, “en principio no”)  de los socialistas se convirtió en un sí a la OTAN cuando llegaron al poder, pero ese cambio fue refrendado por los ciudadanos en un reñido referéndum. Javier Fernández, si no hubiera perdido la memoria como su mentor Fernández Villa, debería seguir el ejemplo y consultar a la militancia, pero él prefiere bajarse los pantalones sin contrapartida. Y que el PP nos dé por salva sea la parte a todos.
           

Miércoles, 19 de octubre
NI ESTÁ NI SE LE ESPERA

No he hablado del Nobel a Bob Dylan porque a quien se lo den o no me interesa tanto como a quien le den el Planeta. Recuerdo una frase de Benítez Reyes: “El Nobel es un premio que dan unos académicos suecos y la gente piensa que lo da el Espíritu Santo”.
            Por eso me ha divertido mucho la noticia de hoy. Bob Dylan ni siquiera ha cogido el teléfono a los suecos. ¡Bravo, tío! Los has puesto en su lugar. A ellos, tan acostumbrados a los emocionados y agradecidos balbuceos… Me imagino al cantante oyendo sonar su móvil a horas intempestivas (“Otra vez estos pesados de Oslo”) y desconectándolo para que lo dejen en paz. Los ha puesto en su sitio. Ya ni el Nobel es lo que era.
            ––¿Y por qué crees tú que se lo darían?
            ––No tengo ni idea. Quizá porque estaban hartos de tenerse que leer las obras de los ganadores. Con Dylan les basta escuchar cuatro canciones.


Jueves, 20 de octubre
NUEVA TEORÍA POLÍTICA

El autobús lleva la radio encendida, según mala costumbre, y en un boletín de noticias escucho al presidente de la gestora encargada de alterar el resultado electoral: “Lo democrático es abstenerse para que no haya elecciones”.
            ¡Lo democrático es impedir a toda costa, y caiga quien caiga (nunca mejor dicho), que haya elecciones! Una frase como para grabar con letras de oro en una lápida en el Congreso.

Viernes, 21 de octubre
FIN DE RÉGIMEN

Seguramente es legal, tan legal al menos como el encargo del rey a Primo de Rivera tras el pronunciamiento de 1923. ¿Pero es legítimo un gobierno presidido por el mismo candidato y con el mismo programa rechazado expresamente por las Cortes?
            Temo que la amañada legislatura que comenzará en unos días –dure un año, dos o incluso (si Fernández se empeña) cuatro– suponga un fin de régimen. Habrá que cruzar los dedos para que Felipe VI tenga más suerte que Alfonso XIII, a quien el fraude a la democracia por el supuesto bien de España acabó llevándole al exilio.



            

sábado, 15 de octubre de 2016

Sin trampa ni cartón: Un gol en propia puerta


Sábado, 8 de octubre
BÉCQUER EN PUMARÍN

Nunca recibo a nadie en casa; tampoco trabajo, si puedo evitarlo, en el despacho de la Facultad. Tengo salones y despachos dispersos por todas partes. Unos son más adecuados para recibir a los amigos, otros para hojear los libros recién llegados, escribir poemas, corregir ejercicios de los alumnos.
            Es lo que hacía esta tarde en Granier, una panadería-cafetería de la avenida de Pumarín, cuando un desconocido (estoy acostumbrado) se acercó a mi mesa. “
            ––Perdone que le interrumpa. Le he visto por aquí varias veces, siempre leyendo o escribiendo, y quería hacerle una consulta. Soy el dueño del local. Verá usted, resulta que yo tengo el original de las Rimas de Bécquer, el manuscrito que se perdió cuando asaltaron el palacio de Gonzáles Bravo, y no sé muy bien qué hacer con él. Lo compré por muy poco dinero. No sabía mucho del asunto, tampoco el que me lo vendió. Procedía de una biblioteca de Segovia. No se lo va usted a creer, lo compré por diez euros y creo que vale millones.
            Como en los tebeos y en las novelas populares, me froté los ojos para comprobar que no estaba soñando. Ese manuscrito perdido es una de mis obsesiones. Incluso escribí un cuento en que se me acercaba alguien que lo había comprado en el mercadillo del Fontán. Y ahora esa fantasía se hacía realidad.
            –-Ni el que me lo vendió ni yo sabíamos mucho de Bécquer, ya le dije. Pero yo soy una persona curiosa y me dediqué a investigar por Internet. Descubrí entonces la importancia de este manuscrito, siempre que fuera el manuscrito perdido. Busqué especialistas que pudieran confírmármelo. Hablé con un catedrático de La Coruña, que se mostró entusiasmado. Sería un bombazo, quería editarlo él. Se lo ofrecí a la Biblioteca Nacional, les envié varias páginas escaneadas. Me dijeron que no tenían presupuesto para nuevas adquisiciones. Se lo enviamos a un grafólogo para comprobar que la letra era de Bécquer. Dijo que se le parecía mucho, pero que ciertos rasgos en las mayúsculas hacían pensar en una falsificación. El catedrático de La Coruña se echó entonces atrás. Yo me enfadé de que me consideraran un estafador y no quise saber más del asunto. Esto ocurrió hace tres años. Pero sigo pensando que quizá en esos papeles tenga una fortuna. Se me ocurrió que usted podría echarles un vistazo y decirme qué hacer. No están todas las rimas, es un manuscrito incompleto. Algunas tienen variantes con las publicadas, lo he comprobado. En la de las golondrinas hay un verso tachado y luego sustituido por otro.
            ––¿Cuándo puedo verlo, cuándo puedo verlo?, pregunté impaciente.
            Quedamos mañana domingo a las ocho y media de la tarde.  Al llegar a casa, volví a leer, en el libro de Rafael Montesinos sobre Bécquer, las palabras que confirman que ese manuescrito perdido existe, que él lo tuvo en sus manos, que no le permitieron fotografiarlo, que contenía rimas inéditas, que en una de ellas el poeta se llamaba a sí mismo “águila del dolor”, que ignora su actual paradero.
            ¿Será posible que reaparezca aquí, en el barrio de Pumarín, que mañana mismo sea yo quien lo tenga en mis manos? No sé si esta noche podré dormir. Hago mías unas líneas becquerianas de la introducción al Libro de los gorriones: “ Me cuesta saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido; mis afectos se reparten entre fantasmas de la imaginación y personajes reales”.


Domingo, 9 de octubre
DESENGÁÑATE, MARTÍN

Hacía tiempo que no me ocurría nada semejante. Media docena de desconocidos me paran en la calle para felicitarme por la página que publico hoy en El Comercio. Sentiría halagada mi vanidad, si no fuera porque estoy seguro que habrá irritado a bastantes lectores más. Ya me imagino la carta de Rosa Navarro Durán: “Deja de meterte en política, José Luis, que vas a acabar enfadando a todos los poderosos, y eso no te conviene. Habla de literatura y Nueva York o Venecia, que es lo tuyo”.
            La verdad es que no me gusta hablar de politica: cuanto más entusiasma a unos lo que escribes, más indigna a los que votan al partido contrario. En política, se aplica el precepto evangélico: vemos la brizna en el ojo ajeno, no la viga en el propio.
            No me gusta meterme en política, no es lo mío, pero cuando uno le dan un puñetazo o una patada en su masculinidad (iba a decir “en los cojones”, pero hay que cuidar el lenguaje), no seria humano si no protestara y tratara de devolver el golpe.
            ––Desengáñate, Martín –me dice mi amigo José Havel–, lo que a ti te irrita tanto ha entusiasmado al resto del mundo. Javier Fernández es como un jugador que mete un gol en el último minuto y desempata el partido o desbloquea la situación. Comprende que para muchos sea un héroe.
            ––Has dado con la imagen perfecta. Javier Fernández ha metido un gol en el último minuto y medio estadio se ha puesto en pie vitoreándole mientras el otro medio se lamenta, se tira de los pelos y se acuerda de su madre, por decirlo finamente. Lo que ocurre es que quienes le piropeaan son los del equipo contrario y los que le insultan los seguidores de su equipo. Javier Fernández ha metido un esplendido gol, un gol no de los que deciden un partido, sino muchos años de competición, en su propia portería.


Lunes, 10 de octubre
MI DEPORTE FAVORITO

El único deporte que practico, en esto soy muy español, es el del mando a distancia después de cenar. Todos los días me doy una vuelta por los canales de televisión para ver cómo está el patio. No suelo detenerme en los informativos, más o menos manipulados, sino en todo lo demás: granjeros que buscan esposa, subastas a lo bestia, alienígenas antiguos y modernos, sálvames, masterchefs y cosas así. Cinco o diez minutos en cada uno de esos programas enseñan más que un máster en sociología.
            A veces me detengo un poco más. Ocurrió con la entrevista que en CCTV, el canal chino en español, le hicieron a Roberto Gilabert Cuenca, actor español que práctica las artes marciales y que vive en aquel país. Una historia ejemplar la suya, y muy bien contada, como de milagro de Fátima en el que la virgen fuera sustituida por Bruce Lee. Me lo encuentro luego en Facebook y me divierte leer sus desahogos sentimentales junto a sus poses de tipo duro.
            Ocurre también con “Catfish”, de la MTV. Me entretienen esos engaños en la red que tanto dicen sobre el funcionamiento del corazón humano. Casi siempre se traga de versiones virtuales del Cyrano de Bergerac. Un chico o una chica acomplejados por su físico piratean las fotos de alguien más agraciado y luego establecen una relación. Su pareja, cansado de que siempre pongan pretextos para no encontrarse personalmente o siquiera charlar por Skipe, se dirigen a los presentadores del programa para que aclaren la situación. “Lo que te dije era verdad, te mostré mi corazón al desnudo”, dicen el chico grimoso o la chica obesa cogidos en falta.
            Todos nos enamoramos de una ficción, como sabía muy bien Stendhal. ¿Cuántas estupideces he cometido yo sin necesidad de utiliza Internet? Todavía me avergüenzo cuando vuelven a mi memoria en las noches de insomnio.
            Del mundo y de mí mismo aprendo más en los malos programas de televisión que en la gran literatura.  



Martes, 11 de octubre
LA FÓRMULA INFALIBLE

Me han contado, pero me imagino que será un bulo, que Susana Díaz le ha dado a Javier Fernández un arma secreta para conseguir que los diputados del PSOE se decidan cuando llegue la hora de traicionar al electorado.
            –-Tú les hablas primero de todo por la patria, de la presión de Europa, de que abstenerse no es apoyar, de la oposición responsable, de todas esas mentiras bonitas que han escrito Rubalcaba y otros plumillas en los editoriales de El País. Con eso bastará, no te preocupes. Los tenemos muy domesticados, salvo algún catalán montaraz, descastados a los que hay que darles de comer aparte. Y si no basta, abres este sobre. Ahí encontrarás la fórmula infalible, mano de santo para que todos hagan lo que mandes sin rechistar.
            Cuentan (pero, por muy verosímil que resulte, yo creo que es un bulo) que la fórmula mágica guardada en el sobre dice así: “Como haya elecciones en diciembre, os vais todos a la puta calle”.



Miércoles, 12 de octubre
UN ROJILLO ANTISISTEMA

“¡Cómo os jode esta fiesta a vosotros los rojillos!”, dice un mensaje anónimo que alguien cuelga en mi perfil de Facebool junto a una foto de la cabra de la legión.
            A mí la antigua fiesta de la Raza la verdad es que no me despierta una emoción especial, pero no cambiaría mi nacionalidad por ninguna otra (ni siquiera por la de Andorra o el mejor paraíso fiscal) y jamás se me ocurriría, como a tantos presuntos patriotas, que ser español es un castigo que hay que imponer a punta de pistola o de tribunal constitucional.
            “Cada día eres más radical –me dice una compañera de la Facultad–, vas a acabar convirtiéndote en un antisistema”.
            Sonrío. ¡Menudo radical y antisistema estoy yo hecho! Resulta que el único político (aparte del defenestrado Pedro Sánchez) que en estos últimos años no me ha decepcionado ha sido Felipe VI. Si eso es ser un antisistema, que venga Dios y lo vea.



Jueves, 13 de octubre
FORMAS DE TORTURA

Si dejamos a un lado a los votantes del PSOE, nadie más masoquista que los abonados a la temporada de Ópera de Oviedo. Por no parecer antiguos, son capaces de soportar las más estúpidas puestas en escena. Darían para un libro las agresivas o simplemente idiotas majaderías que hemos aguantado. Pero todo tiene un límite. En la segunda parte del Faust, de Gounod, a un tal Curro Carreres no se le ocurre otra cosas que llenar el fondo del escenario de focos o chillones tubos de neón que apuntan directamente a los ojos de los espectadores. ¿Cómo disfrutar de la música si te sientes como en un interrogatorio policial? Mañana escribiré para anular mi abono y pediré hora en el oculista.


sábado, 8 de octubre de 2016

Sin trampa ni cartón: Listos para resucitar


Sábado, 1 de octubre
EN ESTADO DE SHOCK

Me voy a la cama en estado de shock. ¿Puede un partido de izquierdas desear tanto que gobierne otro de derechas que para conseguirlo sea incluso capaz de suicidarse? A ningún novelista se le ocurriría una hipótesis tan retorcida, pero la realidad no necesita ser verosímil.
            Y lo peor de todo es que el puñal homicida no lo empuñó un oscuro y resentido Yago oculto en el aparato del partido, sino Javier Fernández, un político gris y sin carisma alguno (todo lo contrario que su antecesor, el torbellino Areces), pero que que parecía serio y responsable; un político al que yo voté en las últimas elecciones autonómicas. ¿Cómo voy a atreverme a salir mañana a la calle sin que se me caiga la cara de vergüenza?


Domingo, 2 de octubre
TOMO UNA DECISIÓN

Este domingo ha ocurrido algo excepcional, algo que no había ocurrido ningún domingo desde mayo de 1976: este domingo no he comprado El País. Soporté, como pude, su apoyo a los golpistas de Venezuela (lo soporté saltándome las noticias y los editoriales sobre ese país); no me creí –me reía de ella– su insistente campaña a favor de Rajoy. No me la creí yo, pero se la creyeron todos los tontos útiles de la izquierda, entre ellos los más útiles de todos: un puñado de dirigentes del PSOE.
            He dejado de comprar El País y me imagino que estos días no habré sido el único. Pero seguro que a nadie le habrá costado tanto hacerlo. Como mi admirado Sheldon Cooper, nada me disgusta más que alterar mis costumbres.



Lunes, 3 de octubre
KAKANIA

Como en la Kakania de Karl Kraus, la situación podrá ser desesperada, pero no es seria. Yo me consuelo con los versos de Vicente Gaos: “La política es dura / y no hay consuelo. / Saca el pañuelo, / literatura”.


Martes, 4 de octubre
CALVIN KLEIN

Dos horas de clase. Termino sonriente y feliz. Hablar del sentimiento trágico de la vida y de Unamuno está muy bien, hablar de Antonio Machado y de la guerra civil es uno de mis temas favoritos, lo mismo que ocuparme de la ironía en la poesía de Ángel González, pero hoy nos hemos ocupado de perfumes, vaqueros y calzoncillos.
            La asignatura se denomina “Literatura y publicidad” y en las clases prácticas analizamos poemas de transfondo publicitario. Hoy le ha tocado el turno a uno de María Victoria Atencia, “Ivoire, de Balmain”, y a dos de Ana Rossetti, “Chico Wrangler” y “Calvin Klein, underwears”.
            Nos ocupamos de endecasílabos y heptasílabos, de cesuras y hemistiquios, pero también de muchas otras cosas:  Marilyn Monroe y las gotas de Chanel Nº 5 que era lo único que se ponía al acostarse, por ejemplo. María Victoria Atencia comienza a escribir en 1950, en pleno franquismo; Ana Rossetti en 1980, en los años de la movida. María Victoria, en su poema publicitario, nos habla de majestad, sabores de espesura y otras delicadas connotaciones de un perfume que anuncian enjoyadas señoras con pamela (hoy resulta muy vintage); Ana Rossetti, del vaquero con el cigarro en la boca y “unas perfectas piernas / dentro del más ceñido pantalón” que la incita desde el cartel publicitario: por primera vez es una mujer quien se manifiesta gozosamente afectada por el erotismo de la publicidad.            
            De estos poemas, mi preferido es el dedicado a Calvin Klein. En la pantalla del aula, vemos la imagen publicitaria que se lo sugirió y también los anuncios de Wrangler (“Resiste si tú resistes”). El poema de Ana Rossetti tiene algo de adivinanza, al igual que tantos versos de la “Soledad primera” gongorina. Lo rústicos reciben como regalo “una de esas aves / cuyo lascivo esposo vigilante / doméstico es del sol nuncio canoro / y de coral barbado, no de oro, / ciñe, sino de púrpura, turbante”.
            La solución a esa adivinanza es que les regalan una gallina. Ana Rossetti quisiera ser “nevada arena / alrededor de un lirio”, “flor de algodonero que en su nube ocultara / el más severo mármol travertino”, “suave estuche de tela, moldura de caricias”, “redondos capiteles” y otras cosas igualmente exquisitas. Utiliza la técnica gongorina de aludir y eludir el nombre de las cosas: lo que quisiera ser, y deja que adivinemos la prosaica palabra, son unos calzoncillos Calvin Klein (el príncipe Carlos quería ser otra prenda de uso más íntimo de su amada Camila).
            ¡Y aún hay quien dice que dar clases es un trabajo monótonamente aburrido! ¡Quién me iba decir a mí, profesor de literatura, que terminaría hablando de perfumes, vaqueros y calzoncillos!


Miércoles, 5 de octubre
MI FRUSTRACIÓN PREFERIDA

“Vives lleno de frustraciones, por eso eres tan agresivo”, me reprocha un amigo. Tiene toda la razón. Y una de ellas es la de no haber sido todavía padre. Lo comentamos en el Vetusta con Marcos Tramón, Aurora Luque y Carlos Marzal. “Pues a mí ser madre no me hizo demasiada ilusión”, dice Aurora. “En cambio, ser abuela…”
            La miramos sorprendidos: los sensuales versos que sigue escribiendo no hacen imaginar esa condición. “La verdad es que de estas cosas no me gusta hablar, pero os voy a mostrar algo, ya veréis qué maravilla”. Se trata de un vídeo en el que baila su nieto, que aún no ha cumplido los dos años.
            “Ten un nieto, no un hijo”, me aconseja Aurora. “Se disfruta más. Los padres están demasiado preocupados con criarle y educarle. Los abuelos no tienen más obligación de mimarle”.
            Pero a mí lo que me gustaría tener ahora es un hijo, como mi envidiado amigo Cristian David López; para el nieto ya habrá tiempo dentro de veinte o treinta años.


Jueves, 6 de octubre
ELECCIONES YA

Dada la situación, durante las deliberaciones del premio Emilio Alarcos hemos hablado más de política que de poesía. Todos estamos de acuerdo, como medio país y el entero electorado socialista, en que lo ocurrido resulta incomprensible. Yo descargo, como vengo haciendo estos días, toda mi indignación contra Javier Fenández, que para mí se ha convertido en el símbolo de la vieja política marrullera.
            “Llamazares piensa romper el pacto si se abstienen en la investidura de Rajoy. ¿A ti que te parecería?”, me pregunta García Montero. “¡Me parecería perfecto! Al traicionar a los votantes ha quedado deslegitimado para presidir el gobierno de Asturias”, le respondo. “No te metas tanto con él –me dice Chus Visor–, es el que menos culpa tiene. Si le han puesto a dar la cara, y él ha accedido, es solo porque es el más tonto”. “Yo me siento un comunista huérfano de Partido”, dice García Montero. “Pues anda que yo…”, le respondo.
            Pero yo nunca he militado en ningún partido. Solo soy un votante, eso que algunos creen tan manipulable con una eficaz campaña en los medios. Pero un votante humillado, como un animal herido, es una bestia peligrosa. Lo vamos a ver en las siguientes elecciones, que no deberían tardar mucho.
            “No habrá terceras elecciones. Al PP no le conviene que se hunda el PSOE y toda la izquierda quede en manos de Podemos”, aventura García Montero.
            “Yo no sé si las habrá. Dado el tremedal en que nos encontramos creo que nadie puede aventurar nada. Pero, si las hay, a mí no me importaría que se hundiera el PSOE, que desapareciera incluso del parlamento, como el partido de Rosa Díez. Para resucitar, hay primero que morir. ¿Y a dónde irían los votos de los socialistas? Unos a la abstención, otros a Podemos y la mayoría, o eso quiero imaginar yo, a una agrupación de electores, Socialismo del siglo XXI, que habría que comenzar a organizar ya”.
            “No me parece mala idea. Pero desengáñate, si hay ahora elecciones, el PP obtendría la mayoría absoluta”.
            “Pues yo prefiero que tenga mayoría absoluta, si así lo deciden los españoles (que no creo) a que gobierne como si la tuviera gracias a los apoyos puntuales del PSOE cautivo y desarmado de Javier Fernández”.


Viernes, 7 de octubre
ME PROTEGES

Durante la cena que sigue a la entrega del premio Alarcos del pasado año, hablamos de fútbol –yo polemizando burlonamente, según costumbre, con Marzal y Visor– y de política; Ioana Gruia, la ganadora del premio, se aburre.
            Tenía diez años cuando la ejecución de Ceaucescu. Recuerda perfectamente las brutales imágenes emitidas por televisión. Yo también las recuerdo. Tuvo algo de tragedia griega, de rito expiatorio.
            Y lo más curioso es que la bestia negra de Ceaucescu había sido durante décadas el mirlo blanco del comunismo, el ejemplo a seguir que nos proponían Carrillo y tantos otros. Hablamos del libro encomiástico (y quizá el mejor de los suyos), Sendas de Rumanía, que le dedicó Clara Janés. No conoce Ioana otro de Miguel Ángel Asturias, Rumanía, su nueva imagen, publicado en 1964. Pocos obras producen tanta vergüenza ajena: no solo por los malos versos (“Vergel de suelo de oro” le llama a Bucarest en un soneto lleno de rosas y “esencias nemorosas”), sino sobre todo por la prosa mazorral, copiada de algún folleto propagandístico, de la mayoría de los capítulos.
            ¡Por qué poco se venden los escritores! Unos meses de estancia en un balneario parece ser todo lo que recibió el Premio Nobel por esta podredumbre encuadernada. Claro que menos será el pago que recibirá Javier Fernández –ni siquiera las treinta monedas de Judas– por apuñalar al PSOE.
            “¡Estás obsesionado con él!”, me interrumpe Josefina Martínez. “Yo le conozco bien. Es un hombre honesto”.
            “No lo dudo. De lo que no hay duda es de que es un completo inepto”.
            Ioana Gruia calla, sonríe, y nos mira con resignada paciencia. Desde que los leí por primera vez, se me han quedado en la memoria los versos que dedica a su hija recién nacida: “Busco tu mano en la noche, / tu minúscula mano, / tu mano de bebé, talismán mío, / para escapar de oscuros pensamientos”.
            Ojalá pudiera yo alguna vez hacer lo mismo: “Y ya no tengo miedo. Me proteges”.


sábado, 1 de octubre de 2016

Sin trampa ni cartón: La democracia amenazada


Sábado, 24 de septiembre
CON PEDRO SÁNCHEZ

“Veo que sigues, desde el fracaso de la investidura de un gobierno regeneracionista presidido por Pedro Sánchez, desengañado de la política, sin querer hablar más del tema”, me dice mi amigo Ángel Alonso.
            ¿Desengañado yo? Conozco lo suficiente a los seres humanos (entre los que creo incluirme, aunque haya quien lo dude) como para desengañarme por tan poco. Pero no digo nada porque nada puedo hacer para desenredar el atasco en que nos hemos metido los ciudadanos españoles. Los ciudadanos, ¿eh?, no los políticos, ese habitual chivo expiatorio.
            Hace una encuesta El País –mi monstruo favorito, mi desengaño mayor– y el resultado es que los españoles quieren que los partidos pacten y que no haya nuevas elecciones. Y los políticos –especialmente uno– quedan como los malos de la película. Lo que no dice es que no todos los españoles queremos los mismos pactos: el que desea la derecha, El País y los más casposos caciques del PSOE resulta inasumible para los votantes socialistas. El que desea la mayoría de centro-izquierda de esta país –un gobierno del Partido Socialista con el apoyo de Ciudadanos y Podemos– resulta inaceptable para Ciudadanos y para el sector mayoritario de Podemos. Son los votantes los que no se aclararon en la anterior elección, no los políticos, que hacen lo que pueden.
            Y yo estoy muy orgulloso de haber votado a quien voté. Está haciendo lo mismo que hizo Rodríguez Zapatero y que sirvió para que tantos le crucificaran: respetar sus promesas electorales. Zapatero prometió retirar nuestras tropas de Irak. Cumplió. Y la España de la derecha sin complejos y la de la derecha que no se atreve a decir su nombre se llevó las manos a la cabeza: ¡Eso era traicionar a nuestros aliados! A Pedro Sánchez le votamos para que nos librara de Rajoy, no para que lo apuntalara. Y está cumpliendo como un campeón. Esperemos que siga resistiendo.
            “¿Y qué crees tú que va a pasar?”, me pregunta mi amigo Ángel.
            Sé lo que me gustaría que pasara, no lo que va a pasar (aunque me lo imagino). Yo quisiera un acuerdo de mínimos, por el bien de España, que llevara al PP a la oposición y le permitiera regenerarse, librarse de todas las Ritas Barberás, empozoñadas de corrupción, que aún tiene entre sus filas, la principal al frente del gobierno. Es probable que, al año, o a los dos años, por desacuerdo entre las cainitas fuerzas de izquierda, hubiera nuevas elecciones y volviera la derecha al poder. Pero sería otra derecha, ya lavada de cara, con toda la cochambre en la cárcel o en casita escribiendo sus memorias y disfrutando a escondidas de lo robado.
            Eso es lo que a mí me gustaría. Lo que supongo que habrá (porque me imagino que los “barones” no se atreverán a romperle las piernas a Pedro Sánchez, que es como rompérselas al Partido Solialista, haciendo que parezca un accidente) serán terceras elecciones. Y eso puede ser bueno o una hecatombe. La derecha decente que votó a Ciudanos quizá se tape las narices y vuelva al redil del Partido Popular y a su Rita Barberá con pantalones. El lobo de Podemos les asustará para que sigan ese camino y les animarán los Javier Fernández y los Fernández Bara de este mundo.
            “Y también Felipe Gónzález, el amigo de Venezuela, al que tú votaste siempre”.
            No me lo recuerdes. Qué de vueltas da el mundo.


Domingo, 25 de septiembre
EL PUTO AMO

La moraleja que se deduce de El hombre de las mil caras es que, como la educación de un caballero, la de un corrupto empieza cien años antes de su nacimiento.
            ¡Ese palurdo Roldán, acumulando su botín como quien se ata una soga al cuello! Veo la película de Alberto Rodríguez con doble incomodidad. Yo también viví esa  época. Primero, Roldán ocupando páginas y páginas en los suplementos dominicales y siendo adulado como el mejor director de la Guardia Civil de la historia; luego, las primeras informaciones en Diario 16 sobre su fortuna secreta. No me las creí, no nos la creímos, como no me creo ahora esa presunta conjura de los barones socialistas. Lo atribuimos a una de tantas campañas de la derecha para desprestigiar al gobierno de Felipe González. Y de pronto, el mazazo de la huida.
            Lo que pasó desde ese momento es lo que vemos en la película. Francisco Paesa le fue desplumando minuciosamente y, cuando ya tuvo en sus manos todo lo que el otro había saqueado, se deshizo del interfecto vendiéndoselo al gobierno del España por una buena cantidad. Llegó envuelto en el papel de regalo de unos falsos papeles de Laos, la ingeniosa coartada que le sirvió para que Roldán, el timador timado, se pusiera por sí mismo en manos del ministro bicéfalo, el ojeroso Belloch.
            No, el puto amo de la España de la corrupción no es Bárcenas, como dicen en El intermedio; el puto amo es Paesa. Qué tío.


Miércoles, 28 de septiembre
EN LA LISTA NEGRA

Hice una apuesta y gané. “¿A qué en La Nueva España ni siquiera mencionan la rueda de prensa en la que el Viceconsejero de Cultura informará de la donación de mi archivo y mis libros a la biblioteca de Asturias?”, dije en la tertulia.
            –Cómo no va a informar. Le dedicará un recuadrito pequeño, porque no les caes bien, pero informará. Es su obligación. No es un favor que te hacen a ti, es su obligación con los lectores.
            Pero a los lectores, a los que consideran que tienen cogidos por el cuello, al menos en Oviedo, se los pasan por debajo del puente colgante. Como el maltratador, que no soporta que la mujer a la que desprecia le abandone, no entienden que un colaborador encuentre otro lugar más de su gusto. Se convierte en un objeto a batir.
            –-No exageres. ¿Quieres decir que si un autor asturiano gana el Planeta, en La Nueva España, antes de informar, miran si está en su lista negra?
            –-No, en ese caso no. Está en juego la publicidad del grupo Planeta y la publicidad es sagrada. Ya verás como en el premio Alarcos, en el que el Principado suele poner un pequeño faldón publicitario, hablan de mí junto al resto del jurado. Pero si me pongo a un lado en la foto de grupo, me cortan. Ya lo verás.
            –-Pues no me imagino yo a Javier Cuervo o a Andrés Montes consultando cada día de quién pueden hablar y de quién no. Qué humillación.
            ––A mayores humillaciones hay que someterse para llevar el pan a casa.
            Compruebo hoy que he ganado la apuesta. Y siento halagada mi vanidad. Lo veo como una “forma amarga del elogio”, que diría Cernuda (“amarga” no para mí, por supuesto).
            Ya no es como antes, cuando lo que no aparecía en un determinado diario no existía para los ovetenses. Aunque aún queda gente así (mi buena amiga Josefina Martínez, por ejemplo), pero su media de edad supera los setenta años. Ahora los lectores consultan Internet y otros medios. Jugar con su derecho a la información para satisfacer inexplicables venganzas privadas parece suicida desde el punto de vista empresarial. Pero allá ellos con su política informativa. Yo ya tengo una medalla más que colgarme: la de ninguneado por el poder mediático.


Jueves, 29 de septiembre
POESÍA Y DESOLACIÓN

De la amargura del día, solo me distrae la presencia de María Victoria Atencia. La escucho leer sus poemas, paseo con ella por las calles de Oviedo y recuerdo el deslumbramiento que me produjeron sus poemas –tan elìpticos, a veces solo un brochazo de música y magia– a finales de los años setenta. Su poesía entonces era patrimonio de unos pocos avisados. Luego vendría la popularidad creciente y los grandes premios institucionales. Eso me fue alejando un poco (uno es así de elitista). Recupero ahora el fervor de entonces y recuerdo cuando la visité en su casa, en el malagueño paseo de la Farola: “Escucho las campanas del puente de los barcos: / septiembre es mes de tránsito y una goleta viene / a llamarme a las islas, / o el cuarto se desplaza / lentamente. ¿Quién parte / junto a los marineros o quien roza mis muebles?”
            Lo que no me podía imaginar que ocurriera ha ocurrido. Pienso en la traición del coronel Casado, negociando en secreto con Franco para entregarle en bandeja de plata la cabeza de los últimos resistentes republicanos. Luego Franco hizo el mismo caso de esas negociaciones que harán quienes han pactado la inexplicable traición, el nuevo tamayazo (me imagino a Felipe González jugando a ser el Julián Besteiro de esta asonada).
            Lo que Podemos no consiguió con la repetición de elecciones, quebrar al Partido Socialista, lo ha conseguido ahora sin mover un dedo, dejando a otros el trabajo sucio.


 Viernes, 30 de septiembre
RESISTE, COMPAÑERO

Apenas puede dormir en toda la noche. Cuando me levanté, creí que todo había sido una pesadilla, pero el embrollo seguía ahí y los periódicos presuntamente de izquierdas aplaudiendo a los amotinados y la derecha brindando con cava y Rajoy, tan parco en sus entusiasmos, marcándose un baile con Rita Barberá o recordando a Celia Gámez: “No pasarán, cantaban los socialistas. / Hemos pasao, cantamos los comisionistas”.
            El Parlamento, que representa la soberanía nacional, rechazó la candidatura de Mariano Rajoy. Si ahora, mediante el cambio de votos de diputados traidores, la aprueba se habrá producido una burla a los electores, un golpe de Estado a la brasileña. Y ese gobierno será legal, pero no legítimo. La única solución serían unas nuevas elecciones y que sea lo que quieran los ciudadanos.
            Pero aún no todo está perdido. La supervivencia del socialismo depende hoy de Pedro Sánchez, al que quieren defenestrar por el delito de defender en el Parlamento lo que sus votantes le pedimos que defendiera. La vieja democracia caciquil se resiste a desaparecer, la España del juancarlismo no quiere dejar pasos a los nuevos tiempos.